Hoy han transcurrido 50 años del golpe militar de la Junta Militar comandada por  Augusto Pinochet Ugarte, que usurpó el poder el 11 de setiembre de 1973 y destruyó la democracia chilena, con el apoyo de EE.UU., con Nixon a la cabeza y Kissinger de operador (país que, fiel a su accionar intervencionista, solventó el socavamiento sistemático del gobierno elegido por el pueblo) y el beneplácito de la derecha chilena, que nunca aceptó a Salvador Allende en el Poder (¡Sí! como aquí, en el Perú) y se benefició del sangriento golpe, luego de haber contribuido con la CIA a generar la crisis económica del gobierno de Allende, para hacerlo caer.

“Todo vale en Chile. Golpeen sus traseros, ¿ok?”, instruyó Nixon a Kissinger al final de la reunión. “De acuerdo”, respondió Kissinger. (Grabación de un diálogo entre Nixon y Kissinger)

Un golpe de Estado que instaló en el poder a una dictadura militar que mató a más de 40,000 personas (Ver informe de la Comisión Valech), para poner en marcha la receta neoliberal de Milton Friedman (futuro asesor de Ronald Reagan) y los "Chicago Boys" (Ver "El Ladrillo"), con el pretexto de "restaurar la institucionalidad nacional quebrantada", que hoy muchos todavía defienden, por compartir esa vocación autoritaria e intolerante, que no tiene nada de democrática, y que en el Perú nos trajo al delincuente Fujimori (A quien se motejó de Chinochet) y ahora nos quiere traer a un Bukele.

"un modelo instaurado a sangre y fuego que, al mismo tiempo, beneficia a la élite que controla los principales medios de comunicación y el poder económico." (Mario Amorós)

Pinochet lideró un gobierno de facto, exigiendo ser llamado presidente, de 1973 a 1990, y su legado de asesinato, tortura, exilio y desaparición a los que pensaban distinto, así como la destrucción de casi 50 años de democracia chilena, el empoderamiento de una élite oligárquica explotadora, que se benefició de la construcción de un sistema económico desigual, y sus actos de corrupción comprobados, hoy es afrontado y rechazado por muchos chilenos, que quieren escribir una historia mejor para su país (algo que esperamos ocurra también aquí, en el Perú).

NI PERDÓN NI OLVIDO

Del poemario Dopooliteia (2022)

Carlos Rojas Sifuentes