¿Recuerdan a Coco, Vicuñin y Tacachito?

Esa visión edulcorada y estereotipada (y hasta diría ingenua y bien intencionada) de Hernán Bartra, "Monky", dirigida sobre todo a los niños de las ciudades. De aquellos años en los que se creía que alcanzaba el humor para abordar la diversidad de un país multicultural.

Y la superficialidad tejía un mundo de apariencias y frivolidades, en las que no solo estaban sumergidos los benevolentes patrones, sino, incluso los propios sometidos, que se sentían identificados con esas imágenes, más cercanas al mundo de Disney (recuerden sino a los "Tres amigos"), que al mundo real, tan diverso y complejo.

De este modo, la realidad que subyacía tras estos personajes, a pesar de sus buenas intenciones, no ha podido lograr superar sus diferencias, y el racismo nos ha venido consumiendo, en un país donde la discriminación nos corroe por dentro.

Y lamentablemente, esa discriminación, ese racismo (si cabe el término), como lo expuso antes el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, y ahora el Informe especial de la Comisión Interamericana de los DDHH, también mata, o más bien, contribuye a que, jalar el gatillo sea más fácil para el que ve al otro como un ser inferior, y lo desprecia, al punto de no tener reparo en ocasionar su muerte.

Y lo más grave de esta tragedia que lleva casi medio millar de años en estas tierras, es que, aquellos que no tienen el color de la dominación y el sometimiento cultural, que son la mayoría, aún no han despertado para tomar las riendas de su futuro.

Pero, como reza el dicho: no hay mal que dure cien años...