Si nuestros muertos pudieran recomponer su forma humana y dejar su reposo eterno para buscarnos, tendríamos que enseñarle otra vez el mundo, que por años o décadas han dejado de ver y, es muy probable que, si adquirieran conciencia plena, se volverían a morir, avergonzados, al observar el penoso destino que le espera a la humanidad, y que él o ella han contribuido a gestar, o no han hecho gran cosa por evitar, porque, en realidad muchos murieron para el mundo, antes de haberse extinguido su presencia física.

Y es que "nuestros muertos" no son solo aquellos que han partido, sino también aquellos que viven una "vida" ajena a los problemas que los rodean, como rocas, como árboles que han secado sus raíces, como el mobiliario menor de una película, que cumple una función limitada.

Ellos no son los buenos o los malos de la trama, no son los protagonistas, no son los productores o directores de la película, ni siquiera los extras, ellos "viven" en su pequeño mundo, creado a su medida. No abandonan su torre, aunque se esté derruyendo, no abandonan su "barco", aunque solo sea el pedazo de puerta del Titanic, sobre el cual esperan ser salvados.

Pero, lo ridículo del asunto es que nuestros "muertos" creen saber lo suficiente del mundo, y haber hecho lo necesario para sacar adelante una vida, aunque la suya termina pareciéndose más a la vida de una planta de estación, que a la de un árbol perenne; una vida que se pierde ante la voracidad del tiempo y no aprovecha la posibilidad de la existencia humana: tan rica, tan variada, tan cargada de posibilidades.

Sin duda no podemos darle vida a los muertos, a los que hay que dejar "descansar", con su carga de responsabilidad sobre el estado en que se encuentra este mundo, que para muchos pesa más que la tierra que tienen encima (si están bajo tierra, desde luego), pero que no podrán sentir, porque ya no existen más.

No podemos resucitar a nuestros muertos para pedirles explicaciones y enseñarles este mundo que nos han dejado (y de cuyo problema también somos parte nosotros), ni podemos volver al pasado para corregir lo mal hecho por ellos (y empeorado por nosotros), pero sí hay algo que podemos hacer, y es, dejar esa condición cataléptica, y resucitar a nuestra realidad, tomando, aunque sea, un poco de protagonismo... un poco de humanidad.

Lo suficiente para evitar que algún día este planeta sea un gran cementerio, sin nadie que nos pueda recordar, o tratar de resucitar, aunque solo sea en el recuerdo.