Marzo, mes de inicio del año escolar (y universitario), del fin del verano, y este año, también de semana santa, nos está dejando algunos hechos singulares que es necesario destacar porque, en algunos casos, pueden constituir hitos en la historia del país, y en otros, denotan aspectos que desnudan a la sociedad peruana. 

“Con mis hijos no te metas”

Y precisamente, hablando de la educación escolar, más allá de las recurrentes carencias materiales y los reclamos salariales (que, cual bomba de tiempo, esperan el fin de la crisis política actual), tenemos aún enquistados, en las decisiones del Ministerio de Educación, a los sectores más retrogradas de nuestra sociedad: la iglesia católica, las iglesias evangélicas y las agrupaciones que han hecho de la eliminación del enfoque de género en la currícula escolar y en la enseñanza, una “cruzada”, atribuyéndole al mencionado enfoque, una condición de ideología que no tiene, pues, además de ser uno de los siete enfoques transversales que le dan sentido al proceso de enseñanza aprendizaje, permite dar una mirada objetiva a una realidad cultural, como es la construcción de la sexualidad y su impacto en las relaciones interpersonales. Procurando generar las condiciones para un trato igualitario entre las personas, sin distinción alguna, por razón del género.

No obstante la necesidad de educar a nuestros niños y adolescentes en condiciones de igualdad, para evitar el maltrato a la mujer, hay quienes han llevado el asunto al Poder Judicial, y a partir del 6 de marzo, la decisión para eliminar o no de la currícula escolar este enfoque, se encuentra al voto en la Corte Suprema.

El colectivo PEA (padres en acción), los religiosos (entre ellos el mismo Cipriani), los políticos que sirven a estos sectores conservadores (de un estatus pernicioso) y la masa que sigue a estas personas y movimientos, que lamentablemente son numerosos y tienen poder sobre muchas decisiones importantes, hacen de este tema del enfoque de género y de otros similares, en los que se pone en juego la percepción de la realidad, uno de tantos factores que impiden al Perú ser un país viable.

La "boda real":

Pero no todos fueron conflictos judiciales. La vida social de Lima se vio impactada por una “boda real”, en una ciudad que hace casi dos siglos echó a patadas a los representantes de la monarquía hispánica; en un país que está pronto a celebrar el bicentenario de su independencia, precisamente del control monárquico.

Una boda real que trajo a Lima a los integrantes de una nobleza europea decadente, que da sus últimos estertores, en un siglo XXI que con seguridad la verá morir. 

Boda que además sacó de sus refugios a los “aristócratas” locales, quienes tomaron la ciudad por un día y nos hicieron recordar aquellos tiempos en que los limeños vivían atentos a lo que el “jet set internacional” hacía o dejaba de hacer, a través de las revistas de sociedad. 

Hoy eso suena tan lejano como la distancia que se puso entre el pueblo y los invitados a las faustas celebraciones, en una ciudad que se reservó para la nobleza europea y la aristocracia criolla (que no responde a lo que Platón y Aristóteles entendían de la palabra), pero se cerró para los trabajadores que un día antes protestaban por su situación laboral. 

Aunque para otros, este desposorio de cuento de hadas, fue un símbolo de apertura, de crecimiento, de amplitud, y cuanta palabra sirva para decir que esta Lima caótica y huachafa estaba en los ojos de todo el mundo. Y eso, añaden algunos, es bueno para nuestra economía y para la imagen del país.

Lo cierto es que la “boda real” es una más de esas curiosidades en una ciudad que se carcome por dentro, por culpa del fanatismo religioso, la precaria educación y la deshonestidad.

Días atrás en una fiesta temática realizada en el tradicional club “Club Náutico de Punta Hermosa”, se pudo apreciar una de las tantas expresiones que la estupidez humana pone de manifiesto,  estupidez que hizo creer al extinto Stephen Hawkings que, si había vida inteligente fuera del planeta, es muy probable que no quisieran visitarnos, pues esta humanidad idiotizada es una suerte de virus que podría contagiarlos. Tales visos de misantropía no dejan de tener asidero al verificar el disfraz que un ciudadano limeño decidió llevar a la fiesta, del cual además hizo inusitado alarde. Se trata de una parodia de Hitler, que probablemente hubiese pasado desapercibida para el resto de limeños, que vemos las fiestas del susodicho club, como hemos visto la “boda real” (de lejitos), si no fuese porque el decano de la prensa peruana (El Comercio) no hubiese compartido en su página de sociales tal evento, y la infeliz caracterización del gordito, ahora famoso por su saludo nazi (nos preguntamos si acaso el esperpento escapó de la obra “Los Productores”).

Desde luego que las reacciones de la comunidad judía y de todos aquellos que se suman a lo políticamente correcto, no tardaron en aparecer. Porque, al final de cuentas no se trata tanto del susodicho ciudadano ni del exabrupto del diario, sino de mantener viva la memoria contra el antisemitismo y el fascismo nazi. Como debiera ocurrir en nuestro país, respecto del terrorismo: el subversivo, el fanático y el que utilizó el Estado.

Así pues, entre la “boda real”, el “nazi fiestero” y el arzobispo fascista, tenemos un cóctel de males que solo son la punta de un iceberg que se hunde profundo en un país que día a día se hace más miserable, pues si hoy se debate en la más absoluta miseria moral, por los problemas derivados del accionar delictivo de la empresa Odebrecht y su red de influencia sobre todo el que tenía algo que ofrecer, a partir del jueves 22 de este mes, toda esta vorágine de podredumbre que día a día nos salpica, puede activar una crisis política de insospechadas consecuencias ( Si es que antes no renuncia el Presidente de la República).

De todos los males, el mejor.

El Perú es un país impredecible, tanto en su clima como en la conducta de sus pobladores, que nos han llevado por caminos insospechados y en muchas ocasiones tortuosos. Precisamente esta semana se ha iniciado el otoño, pero no sabemos si La Niña o El Niño nos dejarán tranquilos. Así como ignoramos cuál será la reacción de la gente ante los hechos que día a día rebotan en la prensa e inflan esta crisis política al punto de convertirse en un big bang político que puede arrojar mucho ruido y dolor a las calles.

Pero hay que decir también que los males de nuestra sociedad son harto conocidos, y de raigambre decimonónica: el mesianismo, el autoritarismo, el racismo, el clientelismo, la deshonestidad, la anomia, la ignorancia política y una religiosidad paralizante, entre otros males.

Casi todos los que poblamos esta tres veces coronada villa conocemos algún ladrón, algún político corrupto, algún lugar de expendio de drogas, más de un policía o funcionario coimero. La corrupción está tan enraizada en nuestra sociedad que forma parte de la llamada cultura criolla. La pendejada, la viveza del criollo se basa en su capacidad para el engaño. Esta se encuentra consagrada en la música, en la literatura y en la cultura mediática.

Y en ese juego malévolo, ha sido una práctica frecuente de quienes querían obtener beneficios del poder político, el “apostar a todos los caballos”. Odebrecht es solo uno entre cientos de empresas y empresarios que hacen su jugada segura y ponen los huevos en diferentes canastas o en todas. 


Más aún, se convierten en mecenas y hasta “patrocinadores” de los políticos y funcionarios. Y por supuesto, siempre hay un gran articulador de ese juego. Lo hizo Montesinos hizo en los 90’s, cuando pretendió, con relativo “éxito” monopolizar el negocio de intermediación entre el empresario y los políticos. Pero, antes y después de Montesinos ha existido y existe una relación permanente y velada entre quienes pretenden obtener beneficios del poder y quienes asumen cargos públicos, por elección o por designación. Y por supuesto, cientos de articuladores o intermediarios que protegen al destinatario final de los aportes de los empresarios.

Es por ello que todo este escándalo generado por el descubrimiento de los aportes y sobornos de Odebrecht, por el cual muchos se rasgan las vestiduras, resulta sin duda uno de los mayores, pero sin duda no el único. Hay que seguir buscando y encontraremos algunas sorpresas.

Y derivada de esta situación, que nos tiene bastantes distraídos, puede producirse el daño mayor (o el mejor de los eventos): la vacancia presidencial.

Este jueves 22 de marzo, como ocurriera el 21 de diciembre pasado, el Congreso volverá a recibir al Presidente de la República Pedro Pablo Kuczynski y a su abogado. Es probable que no acuda esta vez, pues él ya ha descalificado este proceso, y los medios y las recientes revelaciones que involucran al delfín de Alberto Fujimori, lo han descalificado por completo a él y al abogado, que presumiblemente va a llevar nuevamente la batuta de la defensa, ante el pedido de vacancia. Pero de ser así, tendrá que enfrentar nuevamente a las voces que piden su cabeza, y confiar en que aquellos pocos que piden cordura y moderación se impongan y le permitan mantenerse en el poder… por lo menos hasta el próximo pedido de vacancia.

Las valoraciones en torno a este proceso, que es político, pero que no debe descuidar el sustento jurídico, van desde su descalificación, por atentar contra la democracia y la voluntad popular, ser abiertamente inconstitucional y violar derechos fundamentales de la persona del presidente, como el de presunción de inocencia y el debido proceso (que lleva inherente el derecho de defensa); hasta su justificación por el hecho de haber mentido PPK respecto a su actuación como empresario, en tiempos en que fue ministro del gobierno de Toledo y percibió beneficios por la asesoría que brindó su negocio, a través de su socio chileno, al Estado peruano. A lo que hay que añadir la cada vez menos presunta compra que se está produciendo de los votos de los congresistas, para inclinarse a favor de PPK.

Lo cual no quita que la situación resulta paradójica, y hasta diría, cargada de ironía, pues PPK está sometido a un examen moral, por muchos individuos que no tienen los méritos para sostener un juicio de este tipo. Se trata de corruptos juzgando a corruptos. Y aunque la atingencia suene falaz, no deja de ser discutible.

Lo que en todo caso debe quedar claro, luego de producirse la vacancia, es que se trata de un acto político que puede deslegitimarse, en la medida que no tiene el suficiente sustento jurídico. Pero, si de la real politik se trata, la caída de PPK se cae de madura, y no por la edad del susodicho, sino por la incapacidad del gobernante para manejar el país y por su deslegitimación moral, que aparente o real, es un hecho que impide cualquier representación eficaz.

No hay que perder de vista que, si deja el poder PPK, será porque hay un pueblo descontento detrás de ello, y nadie, ni la derecha, ni la izquierda, ni los fujimoristas (kenjistas y keikistas), ni los apristas, figuretis y oportunistas pueden atribuirse el alejamiento del presidente de su cargo. Se tratará de una manifestación colectiva que debe vincularse a una necesidad mayor de cambio, que se puede traducir en la frase: ¡QUE SE VAYAN TODOS!

Así que, veremos como acaba este mes de marzo, al que aún le queda la Semana Santa para que, aquellos que aún creen en el Dios de los cristianos, hagan un propósito de enmienda y pidan porque las cosas mejoren (Cosa que a estas alturas vemos muy difícil ya).

Porque los que nos mantenemos fuera de la religión, pediremos que se vayan todos, y que no haya perdón ni olvido, ni para los políticos, ni para los funcionarios, ni para los profesionales ni para los empresarios. Y este mes puede ser el inicio de un nuevo proceso en el cual podremos refundar el Perú, volver a independizarlo y limpiar nuestro futuro de los escollos que nos han mantenido en el atraso, tal vez ya no para nosotros, sino más bien para nuestros hijos y nietos, que se merecen un mejor país.

El bicentenario nos espera, y marzo indefectiblemente se acaba, llevándose este verano frío y nublado... y seguramente las esperanzas de muchos y las desilusiones de otros tantos.

A nosotros nos deja la sensación que estamos emparejando el terreno para que entre a la cancha una nueva aventura subversiva. Ojalá nos equivoquemos.

PD: En el tintero ha quedado grandes y pequeñas satisfacciones como las manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer, y la publicación del álbum Panini en el que finalmente están las figuritas de nuestros seleccionados al Mundial de Fútbol Rusia 2018.