"Soy mujer y no soy feminista".

Es una frase que expresa lo que para muchas mujeres parece ser una opción, pero que hoy, bajo las circunstancias actuales, decir aquello resulta siendo un absurdo del tamaño del planeta.

Algo así como decir: soy esclavo, pero no soy abolicionista; soy amante de la paz, pero no soy pacifista; soy elector, pero soy apolítico. 

Y es que esta postura, que a la larga termina siendo obsecuente con la estupidez humana (expresada en el esclavismo, el racismo, la violencia o la anomia boba), suele ser frecuente, y se manifiesta sin que obre razón de por medio, simplemente se trata del rechazo a lo que se ignora o a lo que se cree que puede ser igual de dañino que el machismo o la misoginia. Ser feminista para muchas y muchos se confunde con ser hembrista o misándrica.  Y esta percepción no solo se manifiesta por ignorancia o prejuicios adquiridos, sino también por conveniencia política o religiosa. 

¿Alguien en su sano juicio podría decir que no es tolerante, en un mundo marcado por la intolerancia? ¿Más aún si es víctima de esa intolerancia o es parte de un colectivo que por siglos ha sido objeto de discriminación? ¿Creen que no? 

Pues hay mujeres que dicen que no son feministas, en un mundo dominado por los hombres, modelado por el machismo y el sometimiento a la mujer y visto desde la perspectiva del adrocentrismo. Peor aún, despotrican del feminismo, como si de una plaga se tratase, negando lo que muchas veces es obvio.

El feminismo no busca generar la dominación de la mujer sobre el hombre (eso sería el ya mencionado hembrismo o tal vez la misandria, algo que es tan  detestable como el machismo o la misoginia), sino eliminar esa dominación cultural y buscar la equidad, la igualdad de oportunidades, visibilizando esa condición inhumana, con el objeto que la mujer se empodere y logre su liberación, manteniendo un estatus de persona con igualdad de derechos, que sea eficaz, no solo declarativo. 

Y hay que añadir además, para los hombres que se quieren desentender del asunto, que el feminismo no es solo cosa de mujeres, así como el machismo no es solo cosa de hombres. Hay una visión androcéntrica que hay que dejar atrás, con una educación basada en un enfoque de igualdad de género, generando una cultura de empatía, equidad, solidaridad e inclusión. La igualdad que es la base de toda democracia y es el pilar fundamental de los derechos humanos, pero uno que incluya a todos.

El feminismo es un movimiento de alcance mundial que no se reconoce como una ideología, una secta religiosa o un grupo contestatario. Invitamos a leer al respecto lo que dicen tres jóvenes feministas:  lee aquí por favor.

Pero, qué es el feminismo, en términos genéricos y digeribles:

"El feminismo es un conjunto heterogéneo​ de movimientos políticos, culturales, económicos y sociales que tienen como objetivo la liberación de las mujeres y la reivindicación de sus derechos,​ así como cuestionar la dominación y violencia de los varones sobre las mujeres​ y la asignación de roles sociales según el género." (Wikipedia)​

Hay quienes cuestionan el feminismo más allá de los lugares comunes y los reduccionismos maniqueos y se declaran humanistas, antes que feministas. Posición plausible, pero que puede llevar a confusión, pues termina siendo tan vacía e ineficaz, como declararse genéricamente demócrata en una sociedad que antes que nada requiere afirmar aspectos puntuales, sin los cuales no es posible la democracia (participación política, partidos, elección general, atención a las minorías, etc, etc.).

La urgencia social  que representan la violencia contra la mujer y el feminicidio no permite medias tintas. Ser "políticamente correcto" a estas alturas es tomar las riendas de una lucha contra todo lo que signifique discriminación y dominación. En este caso, contra la mujer. Y no hacerlo solo con declaraciones o marchas, que siempre serán necesarias, sino sobre todo con acciones concretas a realizar en el hogar, el trabajo, la calle, la ciudad y el campo, para afirmar un clima de respeto. Pero no ese respeto "caballeresco medieval", sino aquel que nos coloca, dentro de una sociedad diversa, en igualdad de oportunidades y de trato.  

Aunque pueda sonar razonable abogar por causas mayores, bajo estas circunstancias se requiere, además de ser humanista, ser puntualmente feminista, y debido a la emergencia existente, ser antes feminista. Y no se trata de posiciones excluyentes. Una cosa lleva a la otra.

En cuanto a los lugares comunes y los mitos que derivan de una errónea percepción del feminismo y de otros movimientos humanistas, hay que decir que, sin duda el feminismo no busca una igualdad que no existe (pues no somos iguales: somos viejos, jóvenes, hombres, mujeres, negros, blancos, etc.). 

El feminismo busca que las diferencias en el trato no se produzcan por razón del género o por motivos sexistas (como tampoco deberían serlas por el color de la piel u otros aspectos exógenos) sino, en todo caso por las competencias o habilidades personales, pero con la posibilidad que el hombre y la mujer puedan acceder por igual a los espacios de la sociedad, sin más diferencias ni limitaciones que las naturales, compitiendo en un mundo de personas. No más.  

Así que, no digas que no eres aquello que justamente se necesita que seas... ¡Claro! Feminista... al menos, hasta que vivamos en un mundo de razón, respeto y equidad.