«Se admite, es una tradición del humanismo, que desde que se toca al poder se cesa de saber: el poder vuelve loco, los que gobiernan son ciegos. Y sólo aquéllos que están alejados del poder, que no están en absoluto ligados a la tiranía, que están encerrados con su estufa, en su habitación, con sus meditaciones, éstos únicamente pueden descubrir la verdad».
Michel Foucault, Microfísica del poder (1975)
EL PENSAMIENTO GONZALO Y SUS CONSECUENCIAS
En los 80 la población peruana tuvo conocimiento de una ideología nefasta (originada en los 60’s), que provenía del marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo, o ideología del Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso, el cual fue definido por el informe de la Comisión de la verdad y Reconciliación (CVR) como “una organización subversiva y terrorista, que en mayo de 1980 desencadenó un conflicto armado contra el Estado y la sociedad peruana”, el cual trajo muchas muertes y destrucción.
Pero también pudimos ser testigos de la respuesta del Estado peruano, en el accionar de los gobiernos a los que les toco luchar contra SL.
El gobierno acciopopulista de Fernando Belaúnde Terry, asociado al PPC, apenas si se dio cuenta de las consecuencias de un movimiento que se expandía por la sierra central y llegaba a los entonces denominados conos de Lima.
Alan García, que lideraba un aprismo en decadencia, manifestó contradicciones en la lucha contra SL, pues al tiempo que exaltaba su mística y buscaba presencia del Estado en las zonas de emergencia, permitió que las FFA aplicaran métodos que países como Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile, aplicaron, como parte del “Plan Cóndor”, en su lucha contra grupos subversivos, con lo cual deslegitimó esta lucha.
Estas prácticas militares se acentuaron durante el gobierno de Fujimori, llegando a generarse un accionar extremadamente violento, propio de dictaduras violadoras de los derechos humanos y de guerras de asolamiento y destrucción masiva, poniéndose en práctica tácticas como las de tierra arrasada, afectando de esa manera a la población civil. Con el añadido de realizar ejecuciones masivas, secuestros, asesinatos selectivos y desapariciones forzadas, mediante “operaciones encubiertas” y grupos organizados para ello (véase sino al “grupo colina”). A lo que se añadieron las violaciones al Estado de Derecho cometidas por el Poder Judicial primero y luego la “Justicia” militar, que motivaron posteriormente la revisión de todos los procesos realizados a la sombra de la represión indiscriminada.
El inevitable desenlace de una derrota del PCP-SL tuvo un alto costo entre los pobladores, que se vieron entre dos fuegos, y aunque la alianza de la población civil en las zonas de emergencia permitió inclinar la balanza a favor del Estado, el proceso ha conllevado una serie de injusticias y situaciones evitables, en medio de una lucha que jamás debió llegar a esos extremos.
El marco de este proceso, en lo político – militar estuvo determinado por el pensamiento de dos personajes funestos: Fujimori y Montesinos, cuyo accionar suele identificarse por un término que penosamente ha adquirido autonomía, el fujimontesinismo; sobre el cual se ha construido una cosmovisión pseudo pragmática, que justifica la violencia y la corrupción y coloca a sus actores como héroes de un planeta en destrucción, dentro de un imaginario popular que se solaza en lo hecho por ellos, porque de alguna manera justifica así su modo de vida informal y en ocasiones transgresor.
EL PENSAMIENTO FUJIMONTESINISTA
Es precisamente este pensamiento fujimontesinista el que nos preocupa. Un pensamiento que se puede equiparar al “pensamiento Gonzalo”, no sólo por su heterodoxia política y su dogmatismo cercano al fanatismo, sino porque sustenta un modo de vida y una cosmovisión popular que viene dañando sobre manera al país.
El Fujimontesinismo es en esencia una defensa del accionar de Fujimori (y de relancina de Montesinos), ante la arremetida de quienes lo han cuestionado, puesto en el banquillo de los acusados y condenado con sentencias firmes. Pero no todos los fujimontesinistas están presos o alejados de la actividad política o politiquera, y muchos de ellos, que se dicen fujimoristas, son en realidad fujimontesinistas, porque no se puede separar lo hecho por Fujimori de lo hecho por Montesinos en los 90, aunque los que pretenden reciclar ese pensamiento nieguen al ex capitán más de tres veces..
Por otro lado, el fujimontesinismo quiere ser gobierno, y aunque es una suerte de cajón de sastre en el que se puede “meter” todo tipo de pensamiento y praxis, este pensamiento-movimiento-partido, que más bien es una suerte de organización vertical cercana a una monarquía oriental, tiene predilección por lo marginal, por lo informal, por lo transgresor, por un pragmatismo vil, que no se identifica con la política, sino con una forma de utilizar el poder para fines personalísimos, porque la política (desde tiempos de Platón y Aristóteles) tiene que ver con el uso del poder para buscar el bien común (summum bonum), y no es esto lo que quiere el fujimontesinismo.
APOLOGIA AL FUJIMONTESINISMO:
Hay pensamientos y personajes que pueden resultar dañinos para una democracia, para un Estado de derecho, incluso para una sociedad. Una religión fundamentalista que quiere eliminar a todas las demás, una ideología subversiva, una agrupación fascista, unos individuos violentos o intolerantes en extremo, y un pensamiento que no esconde su propensión al autoritarismo, la corrupción y la violencia como forma de solución a los problemas nacionales. Y justifica además los delitos cometidos por sus líderes, negando la autoridad del Estado en las decisiones de la administración de justicia.

El Código Penal prevé como delito la apología al delito y en particular, la apología al terrorismo (artículo 316° del CP). En ese sentido, están proscritos todos aquellos actos y formas de pensamiento que alientan la violencia criminal. No obstante, hay pensamientos, actos y agrupaciones creadas en torno a esos pensamientos que pueden ser tanto o más dañinos para el Perú que aquellos que están tipificados por la ley penal, como el pensamiento fujimontesinista.
Un pensamiento que se expresa permanentemente en la puesta en cuestión del Estado de derecho, de sus instituciones, de sus autoridades y de las decisiones del Poder Judicial que puedan haberlos afectado. Señalando, al igual que lo hace ahora MOVADEF, que sus líderes son perseguidos políticos.
No diré que debe ser reprimido penalmente, ni siquiera que debe procesarse y condenarse a sus principales promotores (porque ya están presos y no precisamente por el conjunto de sus ideas). Sino que, estando vivo este pensamiento en sus seguidores y simpatizantes, y no habiendo señal de arrepentimiento o autocrítica alguna a esta cosmovisión que sustenta lo peor de nuestra realidad, debe producirse un reproche ético en cada individuo del país hacia un pensamiento que puede terminar llevándonos al abismo más terrible al que puede caer una sociedad: el abismo moral (en el cual ya viven muchos de sus partidarios).
No hagas apología al fujimontesinismo, como lo siguen haciendo sus creadores, sus familiares y sus simpatizantes convenidos. Rechaza ese pensamiento dañino y evita ser en el futuro lo que fueron los seguidores del nazismo, los simpatizantes del fascismo, los compañeros de Abimael. Cada uno en su momento, destructor de una realidad, a los que por lo general no se pide cuentas, pues se ataca al líder o dirigente. Pero no les quepa la menor duda que no sólo a Fujimori o Montesinos se les seguirá pidiendo cuentas en el futuro, sino también a cada uno de los que, inocentemente o no, permitieron la subsistencia del pensamiento fujimontesinista en el Perú.
